domingo, 22 de junio de 2008

Hotel Sheraton














Nombre: Hotel Sheraton

Lugar: Calle Lendakari Leizaola

Arquitecto: Ricardo Legorreta

Año Construcción: 2004

Funcionalidad: Hotel

10 comentarios:

Lis Ensalander dijo...

Espacio y Aire

Partir de cuerpos herméticos, macizos, de bloques sólidos hallados en la naturaleza o construidos con las manos, e incorporar en ellos el espacio es una manera peculiar de explicar la intención de Eduardo Chillida cuando pelea con la materia y el espacio intentando su mutuo entendimiento. No se trataría, por consiguiente, de vaciar para dar cabida al espacio: es él mismo el que se incorpora, penetra, atraviesa y otorga, con ello, nuevas dimensiones a los volúmenes.

Legorreta + Legorreta, que es la denominación que Ricardo Legorreta y su hijo Víctor dan a su estudio, partiendo de un bloque engañosamente plano y hermético, de la mano de Chillida, nos proponen participar en esa misma discusión. Los arquitectos, siguiendo al escultor, se disponen a incluir espacios vacíos en la monotonía del plano, a horadar la materia para que la luz irrumpa en el espacio interior antes oscuro. Puede parecer increíble, pero se trata de edificar un espacio habitable.

El espacio por excelencia lo encontramos dentro, traspasadas las puertas, en el impresionante atrio. Para conseguir este especio sorprendente en el centro del edificio hubo de recurrir a una estructura mixta, metálica y de hormigón, en la que las últimas cuatro plantas están colgadas de unas vigas de importantes dimensiones en cubierta.

A partir de un bloque compacto, Legorreta, como un escultor, labra la materia y genera espacios vacíos a los que aporta luz. Así nacen el atrio, núcleo y alma del Hotel, y los demás ambientes, igualmente sorprendentes.

El gran ventanal orientado al sur y un espectacular lucernario en la planta diez iluminan el atrio durante el día. Esa luz natural, sumada a la que nace de dentro del edificio, genera juegos visuales de extraordinaria belleza.

Lis Ensalander dijo...

Luz

La luz que aporta Legorreta a los espacios interiores hace posible la creación de atmósferas inconfundibles. Decía Le Corbusier que "la arquitectura es el juego magnífico de los volúmenes bajo la luz", pero los arquitectos dan un paso más y experimentan los efectos de la luz, increíblemente combinada con colores y texturas, sobre los espacios, sobre el aire.

La luz gris-azulada de Bilbao (poco o nada familiar al ojo de nuestros arquitectos) irrumpe con decisión en el atrio del Hotel, repleto de calidez y de colores próximos a la tierra. De manera que la luz inunda el interior del edificio a través de unos muros cortina de grandes dimensiones desde la fachada sur y por el lucernario que ilumina los ascensores. El encuentro, inopinadamente, es amable y el paseante se siente enseguida "recibido" por esa mezcla de luz y color tan bien resuelta.

Junto a estos elementos arquitectónicos tan determinantes, conviene detenerse en la tenue luz que, filtrada a través del ónix mexicano, confiere al Hotel un ambiente acogedor a la vez que cálido. Hasta 600 cajillos de ónix salpican paredes, techos y encimeras para conseguir esa calidad de luz. Grupos de cajillos de ónix, junto a otros de escayola remitidos en el techo, crean en algunos espacios un juego de cruces simbólicas muy del gusto de Ricardo Legorreta.

Lámparas de ónix mexicano repartidas a lo largo y ancho de la instalación proporcionan una luz peculiar, muy cálida, que se mezcla admirablemente con el resto de colores y materiales.

Lis Ensalander dijo...

Color

El edificio, exteriormente, ofrece un predominio abrumador del granate que da tono al estuco con que se recubre la mayor parte de sus paredes. El suelo y la primera planta de la fachada del edificio, totalmente recubiertos de mármol en las zonas de acceso, ya propone también esa tonalidad granate jaspeada que casa a la perfección con el "granate Legorreta" con que tiñe la mayor parte del estuco exterior y que, como se preveía, sirve como elemento identificador del edificio mismo.

Algunos paños de la fachada y de la contrafachada presentan una variante del estuco en tomo "calabaza", que se lleva bien con el granate principal. Aquí y allá, resaltando integrados en el conjunto edificado, fucsias y morados asaltan nuestra vista en pequeñas dosis.

La experiencia de asimilar colores, sin embargo, puede resultar emocionante, paseando brevemente por el atrio y dejando que la vista viaje sin pudor. Junto a los grandes paños del estuco a la cal en tonalidad granate que, como continuación de los exteriores, dominan en el interior, otros igualmente poderosos –y calidos- en tono melocotón rompen la monotonía. Pero hay más: columnas moradas, retazos del rosa mexicano exterior que se cuelan por los ventanales, el blanco "matado" de textura arenosa que refleja en matices amarillos la luz de las lámparas de ónix y, en blanco, la que llega de la calle, el rosado jaspeado de suelo y escaleras, unos morados casi eléctricos desde la moqueta del suelo y el terciopelo de la tapicería los tostados de tanta madera, el rubio del cuero en paredes y puertas, el acero corten barnizado de tres balconadas que se asoman inesperadamente desde lo alto, el frío neón que sube desde la base de la recepción, la tonalidad gris-negra-morada de los uniformes que silenciosamente se mueven por el lugar, el marrón de quienes reciben. Y Bilbao entero entrando sin permiso por el inmenso ventanal de la fachada sur.

En el mismo orden de cosas, una impresionante colección de pintura atrae nuestra atención desde las paredes de diversos espacios comunes, mientras una no menos extraordinaria serie de maquetas de barcos evoca el pasado del lugar en que se asienta en Hotel. Diversión asegurado para la vista.

El rotundo granate del exterior aparece también en el suelo y las paredes del interior, entrando, además, en relación con el naranja del hall y con las pinceladas de azul que nos sorprenden puntualmente.

Lis Ensalander dijo...

Piedra

Las formas simples y los materiales naturales aportan serenidad. Aplomo, firmeza, placidez son términos radicalmente unidos a la piedra, en todas sus modalidades, cuando es utilizada como elemento constructivo. Legorreta es –lo ha dicho infinidad de veces- un enamorado de la perdurabilidad de sus obras. Cuando habla de "obras perdurables" se refiere, además de a su deseo de que éstas no se pasan de moda o a su interés porque sigan funcionando con el paso del tiempo, a su aspiración profunda de que sean consistentes, sólidas, firmes. Y ello tiene que ver con el uso de materiales que cumplan esas mismas características: robustez, permanencia. Esas dos ramificaciones de la perdurabilidad –la contractiva y la funcional- se sostienen mutuamente y plantean al creador un reto que ha de ser capaz de resolver.

El mármol travertino español del exterior, te tonos rojizos jaspeados y muy poroso, enlaza a la perfección con el estuco granate de la fachada, a la vez que facilita la entrada sin sobresaltos al gran atrio, pavimentado con el mismo mármol. El travertino igualmente español de los baños de las habitaciones, el Carrera blanco de la recepción y de los aseos para ellas y el verde guatemalteco de los baños para ellos, toda la piedra, nos remiten indefectiblemente a los magistri de preta que en la Edad Media conocieron, de la cercana mano de los clásicos, las virtudes del mármol.

Y en el centro del atrio, la imponente pieza de ónix mexicano, a medias lámpara y escultura, elevándose sobre las cabezas, convertida en punto de referencia. Dicen que el ónix tiene la curiosa capacidad talismánica de ahuyentar la melancolía y la visión negativa de la vida. Dicen que propicia la paz interior. Y, aunque se trata de una leyenda y nada de todo ello tenga una mínima base científica, nosotros estamos dispuestos a dejarnos engañar y decir que sí, que en este espacio nos encontramos a gusto y que el ónix tiene la culpa. La luz interior de las lámparas de ónix del Hotel que, además de en el hall, se repite en las habitaciones y en los espacios comunes, permite apreciar en toda su extensión la variedad de visos y aguas que esta piedra semipreciosa cortada en finas láminas presenta a al enfrentarse con la luz.

La luz, la piedra, el color, otra vez.

Para el revestimiento de las fachadas, el edificio combina el aplacado de piedra de su zona inferir con el estuco a la cal en colores rojo oscuro y naranja de las plantas superiores.

Lis Ensalander dijo...

Tierra y Agua

Antes que Hotel o astillero, este lugar fue sencillamente un pedazo de tierra, probablemente destinado a labores bien poco sofisticadas: resulta fácil imaginar unos pocos cultivos aprovechando la cercanía del río y el clima templado de la zona. Labores elementales, en definitiva, a ras de suelo. El más antiguo diálogo del ser humano con la tierra que pisa: yo te doy y tú me devuelves multiplicado por cien. Luego vino la tecnología y todo se hizo más complejo. La tierra resultante sobre la que se levanta el edificio, mezclada inevitablemente con las aguas del cercano Nervión, ha dejado a los constructores una serie de desafíos técnicos que éstos han resuelto convenientemente. Se trata de unos terrenos con una capacidad portante casi nueva, por lo que se han hecho necesarias unas cimentaciones especiales, a base de muros pantalla de un metro de espesor y de pilotes de dos metros de diámetro. La posterior ejecución del edificio se realizó de manera ascendente-descendente, con un tipo de excavación "en mina", sobre un terreno fangoso, con el obstáculo de las múltiples cimentaciones del antiguo astillero.

Ricardo y Víctor Legorreta mantienen intacta la pretensión de vivir y construir sin alejarse de la nuestros orígenes, no renunciando, por otro lado, al progreso y a todo lo que la tecnología nos aporta. Los materiales, el color, las técnias de siempre se nos ofrecen en total armonía con la vanguardia y el más rutilante progreso.

Hablando del agua y de la cercana ría, se observa agua abundante en la obra del estudio Legorreta + Legorreta. Fuentes, surtidores, "albercas" tanto interiores como exteriores, se repiten en sus construcciones, cumpliendo funciones distintas en cada caso, quizá como contrapunto a la dureza y sequedad del paisaje donde muy a menudo construyen. Los arquitectos aportan a sus obras el beneficio acondicionador del agua en movimiento y van más allá. Aseguran convencidos que la presencia del agua no sólo añade profundidad a los espacios, sino que, integrada en el propósito general que subyace a sus construcciones, aporta luz en movimiento a las superficies del entorno.

El Hotel se sitúa donde antiguamente estaban los astilleros de Euskalduna. Los sondeos iniciales hablaban de un terreno mayoritariamente compuesto por limos y con roca a una profundidad media de 15 metros.

Lis Ensalander dijo...

Hierro

Las entrañas de esta orilla del Nervión guardan celosamente el recuerdo de lo que ha sido actividad de los hombres de muchas décadas atrás: maderaje diverso de las antiguas carpinterías de ribera, estopa y brea; planchas de hierro y remaches de la época más reciente, cuando los Astilleros Euskalduna desplegaron su poderío a lo largo del siglo XX. Así permanece todo, los basamentos de las antiguas construcciones y los útiles del trabajo, testigos silenciosos de tiempos que cada vez son menos memoria y más historia.

El nuevo Hotel Sheraton Bilbao que se levanta en ese mismo paraje es desde sus inicios muy respetuoso con el lugar. Una espectacular estructura de hierro soporta el edificio hundiéndose en el mismo suelo que hasta hace poco fue el escenario de la construcción de buques igualmente grandiosos. Hierro de siempre. Hierro cercano.

En memoria del hierro, como si de un homenaje se tratara, toda la estructura del Hotel es metálica, alcanzando una altura de 55 metros en su cota más alta. Para ello se han utilizado 1.200 toneladas de acero especial ST 52.3, lo que ha permitido una estructura de dimensiones inferiores y el consiguiente mayor aprovechamiento del volumen constructivo.

El edificio está proyectado en su totalidad con pilares de acero laminado de alta resistencia en los que se apoya una losa maciza de hormigón de 30 cm. de espesor. Llaman la atención en el atrio los dos ascensores panorámicos totalmente de vidrio así como su estructura exterior de acero.

Lis Ensalander dijo...

Madera

La madera – siempre, de un modo u otro, volviendo a la tierra - es protagonista del "espacio para la vida" que quiere ser el Hotel. Tras las interminables discusiones filosóficas y el diálogo entre conceptos, finalmente, se impone la "arquitectura para la gente". Y la madera recibe, acompaña, envuelve a las personas como ningún otro material.

Ricardo Legorreta valora específicamente la utilización de materiales naturales, nobles, poco o nada manipulados, y, no por casualidad, elige para la obra cedro brasileño (Cedrala Odorata), madera aromática y perdurable, junto con la sucupira (Bowdichia Virgiloides), una madera tropical especialmente dura por la gran cantidad de elementos minerales que integra en su estructura.

La madera, omnipresente a lo largo y ancho de la construcción, resalta especialmente en el restaurante, claramente inspirado en una caja de puros elaborada con dos tipos de madera, y en las habitaciones: desde el rodapié, cuyo tamaño supera en más de tres veces el estándar, pasando por el mobiliario de diseño único, hasta las ventanas, piezas de 2.4 x 2.4 metros, que arrancan en el mismo suelo, con la particularidad de su abertura única en el vano central. Del mismo modo, cabe resaltar la especificidad de las puertas, hechas a medida, respetando la exigencia ineludible de la normativa antifuego, y dotadas de altísimos niveles de aislamiento sonoro.

La carpintería de madera, diseñada para su perfecta integración con el conjunto de la construcción, está realizada en cedro brasileño barnizado a poro abierto, combinado con sucupira en el caso del restaurante.

Lis Ensalander dijo...

Cuero y Tejido

Curtidurías, tenerías, talabarteros, guarnicioneros, zapateros, son lugares y oficios casi desaparecidos de nuestras calles. Los peleteros siguen en la brecha, más dedicados a la piel que al cuero, como su nombre indica. Lugares y oficios relacionados con el cuero y con sus múltiples usos. La industria ha barrido del mapa esas referencias pero los seres humanos seguimos apreciando el tacto y las ventajas de la piel animal curtida y transformada en cuero.

Las habitaciones ofrecen una sucesión excepcional de aplicaciones con cuero: en cabeceros, sillas, tiradores, papeleras, maleteros, etc., el cuero, solo o en compañía de madera, se integra formidablemente en el conjunto y facilita la sensación de comodidad.

En otros lugares, la frialdad de la piedra enfrentada a la calidez del cuero podría hacernos imaginar un encuentro complicado, pero esta obra demuestra que el matrimonio es un acierto. Que, además, ande por medio la madera no es una casualidad. Ya sabemos que todas las decisiones a propósito de los materiales del Hotel caminan en una dirección: humanizar la construcción, hacerla asequible a las personas, a todas las personas, ofreciendo soluciones de siempre, tan siempre como ésta de usar cuero.

Por otro lado, la moqueta de bucle, con predominio de granates y verdes, que recubre pasillos y habitaciones, evoca simultáneamente, en una mezcla absolutamente singular, los coloristas tejidos mexicanos y algunas telas y paños tradicionales de nuestra tierra. Todo en esta obra resulta ser la amable convivencia de elementos malavenidos a priori, como la poderosa tela Burdeos que viste el reservado del restaurante en perfecta convivencia con la madera aledaña, o la fina tela de suaves tonos amarillos-verdosos que tan elegantemente forra las puertas y las mamparas metálicas de algunos salones.

La textura amable del cuero se integra en el mobiliario en forma de sillas, tiradores, papeleras, maleteros, cabeceros, etc. Utilidad y elegancia se complementan a la perfección en habitaciones y áreas comunes.

Lis Ensalander dijo...

Faros

Desde muchos puntos de Bilbao, mejor atardecer o por la noche, se advierte la torre-faro que corona la construcción y añade un nuevo perfil, lleno además de luz y de color, a la línea del cielo de la ciudad. Cualquiera podría argumentar contra el anacronismo de colocar un faro en plena ría a estas alturas del siglo XXI, cuando por su cauce no navegan ya barcos. El argumento es muy realista pero poco respetuoso con la historia: la vieja Compañía Euskalduna de Construcción y Reparación de Buques echó al mundo (al mar, mejor dicho) más de 350 buques a lo largo de sus casi cien años de vida y parece lógico pensar que algunos de ellos, o su espíritu, en un momento dado, quiera "volver a casa". La torre-faro del Sheraton será una buena guía. El primer caso ya se ha dado: unos metros aguas abajo, por la misma orilla, varada para siempre, nos encontramos con una imponente nave, ahora dedicada a Palacio de la Música y de Congresos.

Los faros no son, sin embargo, puntos de luz suspendidos en el aire, sin nada que los sostenga. Por eso hablamos de torre-faro. La torre del Sheraton es especial en su totalidad, y para descubrirla basta con situarse al anochecer en la zona del Sagrado Corazón, al inicio del parque de Doña Casilda Iturriza. De abajo a arriba, una misteriosa línea de puntos blanco-amarillentos conducirá nuestra visita hasta el extremo. Dieciocho luminarias de ónix dibujan la línea que irremediablemente, como un imán, nos conduce al peculiar faro que corona el edificio.

Faro de tamaño humano es, en cambio, la monumental lámpara que ocupa el centro del hall y se convierte en su protagonista indiscutible. Los ocho cubos superpuestos de ónix dibujan un poderoso tótem que, incluso sin él quererlo, está llamando a convertirse en uno de los emblemas del Hotel. El atrio del Hotel es impresionante y, a la vez, está hecho a la medida de las personas. Nadie se pierde en él y es sencillo dar con quien se busca. No hace falta un meeting-point en el hall, pero la lámpara de ónix que lo preside es una referencia inevitable. Puede que todo tenga que ver con la magia escondida en la piedra semipreciosa que la recubre y con la luz cálida y llena de matices que ofrece. Un faro para caminantes.

La gran torre-faro hueca que corona el lateral de la fachada sur, atrevida de color durante el día, coronando de luz la línea de luminarias que se dispara hacia el cielo durante la noche, es el nuevo referente en el cielo de la Villa.

tailoreasterbrook dijo...

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